La Festividad de la Virgen María y Santa Isabel, patrona de las cosechas, es una de las manifestaciones religiosas más representativas del distrito y provincia de Huaylas, en el departamento de Áncash. Esta celebración, que combina la devoción cristiana con la cosmovisión agrícola andina, fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación el 25 de junio de 2021 por el Ministerio de Cultura del Perú.
El reconocimiento oficial se sustenta en el carácter sincrético de la festividad, que integra los valores de la fe católica con antiguos ritos de agradecimiento a la “mama sara” o madre del maíz, deidad agrícola prehispánica. Su riqueza simbólica, estética y ritual la convierte en una de las celebraciones más originales e importantes de la región ancashina, donde lo espiritual y lo agrario se entrelazan en una comunión de identidad y tradición.
Orígenes y sentido religioso
Según los registros históricos, la festividad se remonta a inicios del siglo XVIII, bajo el nombre de Fiesta de la Visitación. Está dedicada a los dos personajes bíblicos que protagonizan un pasaje del Evangelio de San Lucas, conocido como La Visitación: el encuentro entre la Virgen María y su prima Santa Isabel, ambas en estado de gestación.
En esta escena, Isabel saluda a María con las palabras que forman parte del Ave María, oración central de la fe católica. Sin embargo, en el contexto huaylino, este episodio adquiere un significado adicional: simboliza el encuentro fecundo de la tierra y la semilla, del ciclo vital y agrícola, reflejado en el maíz mellizo o “mama sara”, considerado símbolo de fertilidad, abundancia y dualidad complementaria.
Estructura y desarrollo de la festividad
La Festividad de la Virgen María y Santa Isabel de Huaylas se desarrolla del 30 de junio al 10 de julio, con una compleja organización comunitaria que involucra a todos los barrios del distrito. La secuencia de actos religiosos y festivos refleja tanto la devoción popular como la cooperación social entre las agrupaciones de danza, música y mayordomía.
30 de junio: el inicio del encuentro sagrado
El primer día se celebra con una misa y procesión en la que las imágenes de la Virgen María y Santa Isabel son colocadas juntas en una misma anda, en el gesto del abrazo bíblico. La procesión recorre el barrio de Huarazcalle, acompañada por bandas de música, danzas y fuegos artificiales (avellanas).
Tras el saludo del alcalde en la municipalidad, los fieles y danzantes visitan la casa del mayordomo, donde se ofrece un almuerzo comunitario, símbolo de reciprocidad y agradecimiento.
1 al 6 de julio: turnos de los barrios
Cada día, un barrio asume la responsabilidad de las celebraciones:
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1 de julio – Huaromapuquio: misa y procesión hacia la Plaza de Armas.
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2 de julio – Juventud Hijos de Iscap.
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3 de julio – Juventud Idealista de Huayrán.
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4 de julio – Juventud Progresista de Quecuas.
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5 de julio – Colegio Santa Isabel, donde docentes y alumnos rinden homenaje en su aniversario institucional.
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6 de julio – Barrio de Nahuinyaco, que organiza misa, procesión y agasajo al mayordomo, culminando en el encuentro musical en Pallca Nani, donde se reúnen las orquestas de todos los barrios.
7 y 8 de julio: el fervor llega a su punto culminante
El 7 de julio, el barrio de Shuyo inicia la jornada con una misa matutina y procesión general que reúne a todos los barrios.
El 8 de julio, día central, corresponde al barrio de Delicados. Desde las cinco de la mañana, se realiza el alba gané, donde las bandas y danzantes llegan al templo para celebrar el amanecer con música y baile.
A las 10:00 a.m. se oficia la Misa de Fiesta, seguida de almuerzos comunitarios. A las 3:00 p.m., inicia la gran procesión, que recorre los barrios portando la mazorca doble o “mama sara”, símbolo de la antigua divinidad agrícola. La procesión visita los barrios Delicados, Huaromapuquio, Juventud Progresista, Juventud Huayrán, Quecuas, Yacup, Shuyo y Nahuinyaco, recibiendo en cada lugar ofrendas florales y guirnaldas.
La jornada concluye con la misa nocturna a las 9:00 p.m., la quema de castillos y el baile general que se extiende hasta el amanecer del día siguiente.
9 y 10 de julio: cierre y despedida
El 9 de julio, conocido como el día del shillka, se realiza una misa matinal, procesión y ceremonia pública de premiación a los conjuntos de danza, bandas musicales y barcos alegóricos de los barrios.
El 10 de julio marca la despedida formal de la Virgen María y Santa Isabel. Las bandas recorren la Plaza de Armas interpretando huaynos, en un acto denominado “el arreglo”. Este día coincide además con el homenaje al héroe nacional Germán Ivanhoe Alba, caído en la Batalla de Huamachuco (1883), uniendo así la memoria patriótica con la devoción religiosa.
Las danzas tradicionales: expresión de identidad
Durante la festividad se presentan cinco danzas tradicionales, ejecutadas por los conjuntos organizados por cada barrio:
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Conjunto Incaico: evocación del esplendor prehispánico y los antiguos gobernantes.
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Las Pallas: danza femenina que simboliza el respeto, la gracia y la devoción.
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Los Chapetones: representación satírica de los colonizadores españoles.
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Los Patsa Caballo o Cawalludanza: baile ecuestre que expresa poder y valentía.
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Los Pashas o Aukis: figuras rituales asociadas a la fertilidad, la abundancia y la protección del campo.
Cada conjunto combina música tradicional, coreografías simbólicas y vestimentas coloridas, haciendo de la celebración un espectáculo de gran riqueza estética y significado histórico.
Significado simbólico y legado cultural
La Virgen María y Santa Isabel de Huaylas representan no solo la fe católica, sino también la continuidad de las prácticas agrícolas ancestrales. La figura del maíz mellizo (mama sara) es el emblema de esta fusión: une lo sagrado con lo terrenal, lo divino con lo productivo.
La festividad refleja valores fundamentales de la cosmovisión andina, como la reciprocidad, la comunalidad, la fertilidad y la armonía entre los opuestos. En cada danza, procesión y acto ritual, los huaylinos renuevan su compromiso con la tierra, con su fe y con la memoria de sus antepasados.
Conclusión
La Festividad de la Virgen María y Santa Isabel de Huaylas es una expresión viva del patrimonio cultural inmaterial del Perú, donde convergen la religiosidad cristiana, la tradición agrícola y la identidad colectiva. Año tras año, entre el sonido de las bandas, el color de los trajes y el fervor de la gente, Huaylas reafirma su condición de pueblo que honra a la Madre Tierra y a sus santos protectores, preservando una herencia que trasciende el tiempo y fortalece la identidad andina.
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