lunes, 10 de noviembre de 2025

Baños Termales de Chancos: el secreto medicinal que brota del corazón de los Andes

A solo 27 kilómetros al norte de Huaraz, entre el misticismo de las montañas y el aire puro de la sierra ancashina, se encuentra un lugar donde la tierra parece respirar: los Baños Termales de Chancos

Este rincón natural, ubicado dentro del Centro Poblado de Vicos y administrado por la Comunidad Campesina de Vicos, es mucho más que un simple destino turístico —es una experiencia ancestral que fusiona salud, tradición y naturaleza.

 


 

💧 Un regalo caliente de la Pachamama

Las fuentes termales de Chancos emergen desde las profundidades con temperaturas que oscilan entre 68°C y 72°C, una calidez casi volcánica que parece provenir directamente del corazón de la tierra. 

 

Sus aguas, transparentes y ricas en minerales, han sido reconocidas por sus propiedades curativas y relajantes, recomendadas para aliviar el estrés, mejorar la circulación, tratar dolencias musculares y hasta revitalizar la piel.

 

No es casualidad que generaciones enteras de pobladores y viajeros juren haber salido de Chancos “como nuevos”. Algunos incluso sostienen que el agua “te arranca el cansancio y te devuelve el alma”.


 

🏞️ Tres experiencias en un solo paraíso termal

Chancos no ofrece una, sino tres formas de disfrutar sus baños termales, adaptadas a cada tipo de visitante:

  1. Piscinas públicas: dos amplias pozas —una grande y otra pequeña— donde el visitante puede sumergirse mientras contempla el paisaje andino y escucha el murmullo de la montaña.

  2. Pozas privadas: perfectas para quienes buscan intimidad. Aquí puedes regular la temperatura del agua a tu gusto, creando tu propio ritual termal.

  3. Cuevas naturales o “saunas del cerro”: esta es, sin duda, la joya del lugar. Son cuevas horadadas en la roca viva, donde el vapor natural crea un sauna ancestral con temperaturas que van desde los 42°C hasta los 72°C.

    • Curiosamente, hoy está prohibido ingresar plantas medicinales como eucalipto, molle o manzanilla, que antaño los visitantes llevaban para potenciar el efecto terapéutico. La razón es preservar la pureza del vapor y la seguridad de los usuarios.

 

 Salir de una de estas cuevas es como renacer: el cuerpo liviano, la piel brillante y una sensación de calma que solo la montaña puede regalar.


 

🥘 Descanso, sabor y tradición

El complejo cuenta además con quioscos de comida típica, donde puedes probar desde una pachamanca hasta un choclo con queso recién preparado. 

 

Si el día se alarga, hay un hostal dentro del mismo recinto, con restaurante en el primer nivel y espacio para estacionamiento, pensado para quienes quieren prolongar su estancia y disfrutar del silencio nocturno de los Andes.

 


 

🚐 Cómo llegar

Llegar a este oasis termal es más fácil de lo que parece:

 

TramoMedio de transporteTipo de víaDistancia / Tiempo
Huaraz – MarcaráBus turísticoCarretera asfaltada24 km / 30 min
Marcará – ChancosCombiCarretera afirmada3 km / 10 min
Yungay – MarcaráCamioneta doble tracciónCarretera asfaltada34 km / 45 min
Marcará – ChancosAuto particularCarretera afirmada3 km / 10 min

 

🌿 Una experiencia que cura cuerpo y alma

Visitar los Baños Termales de Chancos no es solo darse un baño: es reconectar con la energía de la tierra, con la historia viva de los pueblos andinos y con la sabiduría de los antiguos que sabían que el agua no solo limpia… sana.

 

Así que, si alguna vez pasas por Huaraz y el cuerpo o el alma te piden un respiro, sigue el camino hacia Chancos.
Tal vez no solo encuentres calor en el agua, sino también una chispa de magia en el aire. 

 

 

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Turismo Vivencial: Ejemplos Reales de Viajes que Cambian la Vida

Cuando el turista deja la cámara y toma una azada, el viaje se convierte en experiencia.


 

En tiempos donde muchos viajeros buscan “vivir algo diferente” y no solo visitar lugares, el turismo vivencial se ha convertido en una alternativa que combina aventura, cultura y humanidad.
No es un tour, es una convivencia. No es una foto, es un recuerdo que se siente en la piel.

 

Pero… ¿cómo se vive realmente esta experiencia?
Aquí te contamos ejemplos reales y curiosos de turismo vivencial que demuestran que, a veces, el mejor hotel es una casa de adobe, y el mejor souvenir, una amistad sincera.

 



 

🌾 1. Vicos, el pueblo que hizo historia en el turismo vivencial (Áncash, Perú)

Vicos es una comunidad campesina andina ubicada a más de 3,000 metros de altura, cerca de Huaraz.


Aquí nació, en los años 50, uno de los primeros proyectos de turismo vivencial del mundo: el Proyecto Vicos, impulsado por la Universidad Cornell (EE.UU.), donde se buscó fortalecer la economía local sin romper su cultura.

 

Hoy, los visitantes pueden:

  • Sembrar papa o quinua junto a los comuneros.

  • Participar en la fiesta del pago a la Pachamama.

  • Aprender a hilar y tejer con lana de alpaca.

  • Cocinar platos típicos como el picante de cuy o el chocho con mote.

 

💡 Curioso: En Vicos, el viento (Wikos, en quechua) es considerado un aliado espiritual que ayuda a separar el trigo de la paja. No solo se respira aire puro, se respira historia viva.


 

🐟 2. Islas de Amantaní y Taquile, guardianas del lago sagrado (Puno, Perú)

En pleno Lago Titicaca, a más de 3,800 metros sobre el nivel del mar, las familias de las islas Amantaní y Taquile abren sus hogares a los visitantes.


Aquí no hay hoteles ni restaurantes elegantes: el turista duerme en una casa familiar, come sopa de quinua cocinada en fogón, y viste ponchos tejidos por los anfitriones.

 

Actividades típicas:

  • Navegar en balsas de totora.

  • Participar en danzas típicas con trajes tradicionales.

  • Aprender palabras en aimara o quechua.

  • Observar rituales ancestrales en los cerros sagrados Pachatata y Pachamama.

 

💬 Suspicas: Algunos visitantes llegan pensando que vivirán un “retiro espiritual”, pero terminan aprendiendo algo más profundo: que el lujo está en lo simple.


 

🌻 3. Chinchero y sus tejedoras sabias (Cusco, Perú)

Chinchero, el “pueblo del arcoíris”, es famoso por sus maestras tejedoras que preservan técnicas incas milenarias.


El turista no solo observa —participa: lava la lana, la tiñe con cochinilla (ese insecto que da el color rojo intenso) y la convierte en arte con sus propias manos.

 

Experiencias:

  • Talleres de tejido con tintes naturales.

  • Caminatas hacia terrazas agrícolas incas.

  • Degustación de papas nativas con ají molido.

 

🧶 Dato curioso: Cada diseño tiene un mensaje. Algunos tejidos narran sueños, otros representan la lluvia o la fertilidad. Es arte… y lenguaje.


 

🌴 4. Comunidad Ese’Eja – Tambopata (Madre de Dios, Perú)

En plena selva amazónica, la comunidad indígena Ese’Eja enseña a los visitantes su visión espiritual del bosque.
Aquí se aprende que cada árbol, cada río y cada ave tienen un espíritu protector.

 

Actividades:

  • Paseos por la selva con guías nativos.

  • Elaboración de artesanías con fibras naturales.

  • Pesca tradicional y medicina ancestral con plantas.

 

🦋 Curioso: Los Ese’Eja no dicen “vivir en la selva”, sino “ser parte de ella”. Una filosofía que deja sin palabras a cualquier turista urbano.


 

🐪 5. Los Uros, el pueblo que flota sobre el agua (Lago Titicaca, Perú)

Sí, viven literalmente sobre el lago. Los Uros construyen sus islas con totora —una planta acuática que también usan para sus casas y embarcaciones—.


Pasar una noche allí es una experiencia entre el mito y la realidad:
el suelo se mueve suavemente bajo tus pies y el amanecer parece salido de otro planeta.

 

Actividades:

  • Construcción de balsas y casas de totora.

  • Paseos en bote artesanal.

  • Cuentos sobre los dioses del lago.

 

🌅 Suspicas: Algunos visitantes llegan pensando que todo es una escenografía para turistas… hasta que los Uros les muestran cómo cortan y reemplazan la totora cada semana para mantener la isla viva. Nada más real que eso.


 

🌄 6. Parco y Tupicocha, guardianes del tiempo (Huarochirí, Lima)

En la sierra limeña, comunidades como San Pedro de Casta, Parco o Tupicocha ofrecen experiencias donde el visitante participa en rituales agrícolas, faenas comunales y la lectura de los apus (montañas sagradas).

 

Actividades:

  • Elaborar pan tradicional en horno de barro.

  • Participar en la cosecha de maíz y habas.

  • Asistir a las fiestas patronales con danzas de diablicos y huaylash.

 

💭 Curioso: Aquí, los ancianos dicen que “el turista que siembra con nosotros, siempre vuelve”.
¿Destino o conexión espiritual?


 

🧭 Reflexión final: el viaje que enseña a mirar distinto

El turismo vivencial no se trata de lujo ni comodidad, sino de encuentros reales.


En cada experiencia, el viajero descubre una lección:


que la felicidad puede oler a pan recién horneado, que el silencio tiene melodía y que el tiempo, en los Andes o en la selva, tiene otro ritmo.

 

Pero también deja una pregunta suspicaz:
¿seguimos viajando para conocer lugares… o para reencontrarnos con lo que somos?

 

 

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