En la pintoresca ciudad de Ivrea, al norte de Italia, ocurre cada febrero un espectáculo tan caótico como fascinante: la Battaglia delle Arance, o “Guerra de Naranjas”.
A simple vista podría parecer una broma exagerada del carnaval, pero detrás de este bombardeo cítrico se esconde una historia de rebelión, orgullo y… toneladas de fruta volando por los aires.
Una batalla con sabor a libertad
La tradición se remonta al siglo XII (aunque algunos la sitúan en el XIII) y se inspira en una leyenda medieval.
Según la historia, un señor feudal tirano intentó ejercer el temido “derecho de pernada” sobre una joven llamada Violetta, la hija de un molinero.
Ella, en un acto de valentía, decapitó al tirano, lo que desató la rebelión del pueblo.
Cada año, los habitantes de Ivrea recrean este espíritu de resistencia con una batalla simbólica… pero en lugar de espadas, usan naranjas.
Cómo se desarrolla la batalla
Durante tres días, las calles del casco histórico se transforman en un campo de batalla naranja.
Hay nueve equipos de “rebeldes” a pie, que representan al pueblo, y carros tirados por caballos, que encarnan a las tropas del tirano.
Cuando el desfile comienza, los carros avanzan lentamente por las plazas, y los rebeldes los atacan con naranjas. Desde los carros, los “soldados” responden con la misma furia cítrica.
El resultado: montañas de pulpa, olor a jugo fresco y un paisaje que parece sacado de una pesadilla mediterránea.
Datos curiosos (y jugosos)
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Cada año se utilizan más de 400 toneladas de naranjas, importadas especialmente desde el sur de Italia (¡aunque nadie las come!).
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Los participantes suelen llevar gorras rojas, símbolo del pueblo libre. Si no llevas una, más vale cubrirte, porque te arriesgas a ser confundido con un soldado y acabar empapado en zumo.
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Los carros están ricamente decorados y acompañados por bandas de música, estandartes y desfiles medievales, lo que convierte la batalla en un auténtico carnaval histórico.
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Al final, las calles quedan cubiertas por una alfombra naranja y un aroma cítrico que impregna toda la ciudad durante días.
Más que un simple carnaval
Aunque pueda parecer una locura frutal, el Carnaval de Ivrea es una celebración de la libertad y la memoria histórica.
Es el orgullo de un pueblo que, bajo toneladas de naranjas, recuerda cada año que su independencia fue conquistada a fuerza de coraje… y de jugo de fruta.
Epílogo suspicaz
Tal vez lo más curioso es que, en una época donde el desperdicio alimentario es un tema serio, los habitantes de Ivrea siguen defendiendo su guerra naranja con pasión: “No se trata de desperdiciar comida —dicen—, sino de mantener viva la historia”.
Quizás tengan razón. O quizás simplemente disfrutan de la catarsis colectiva de arrojarle una naranja a alguien sin culpa.
En cualquier caso, pocas tradiciones huelen tan bien como una revolución cítrica.
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